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23 de febrero de 2011

La Luna no está tan cerca

Para ilustrar esta entrada, nada mejor que ver un pequeño vídeo, que aunque está en inglés, podéis seguir el diálogo al haber sido subtitulado por los amigos de Amazing.es. El entrevistador lleva un balón de baloncesto (que representa la Tierra) y una pelota de tenis (que representa la Luna). Este hombre pide a unos cuantos viandantes que les represente con ambas pelotas, en escala, la distancia a la que se encuentra la Luna de la Tierra. Sorprendentemente, ninguno de los viandantes es capaz de acercarse a lo que sería la respuesta correcta.



Para haber sido capaz de responder a esta pregunta correctamente, no habría bastado con conocer la distancia media de la órbita lunar, ya que lo que realmente necesitamos saber es la relatividad existente entre el tamaño de la Tierra y el radio medio de la órbita lunar.

Los problemas empiezan cuando nos dejamos guiar por las imágenes que tenemos almacenadas de haber visto en varias ocasiones. Las ilustraciones de la Luna orbitando en torno a la Tierra suelen mostrar la Luna a una distancia irreal, tal y como muestra esta imagen a continuación.

La órbita lunar según Cosmopedia

Pero la realidad es muy distinta a la mayoría (por no decir todas) de las ilustraciones existentes. La luna orbita a una distancia media de 384.400 Km, y el radio medio de la Tierra es de 6.371 Km. Con estos dos datos sobre la mesa, para representar correctamente la distancia entre la Luna y la Tierra, tenemos que situar la Luna a una distancia aproximada de 30 diámetros de Tierra.

Explicado de un modo más visual, aquí está una ilustración de la distancia real.

Distancia real entre la Tierra y la Luna

El problema de la distancia entre la Luna y la Tierra, si bien se aproxima a una circunferencia para facilitar su entendimiento, es bastante más complejo. Al igual que la Tierra orbitando alrededor del Sol, la Luna describe una órbita elíptica de baja excentricidad. En su punto de apogeo la Luna se llega a situar a 406.000 Km de distancia de la Tierra, mientras que en su punto de perigeo la Luna se acerca hasta 363.000 Km de la Tierra.

A su vez, la descripción de la órbita lunar como una elipse, es otra aproximación más. A causa de la influencia del Sol y su fuerza gravitatoria sobre la Luna, que es más del doble de la que ejerce la Tierra sobre la Luna, así como la influencia de otros planetas cercanos, la descripción de la órbita lunar real es un problema muy complejo. Su resolución requiere la medición del tiempo que tardan los pulsos de láser orientados hacia la Luna en volver tras reflejarse en los espejos situados en la Luna por las misiones Apolo.

La Luna llena entre los árboles

Todo esto, que pueden parecer hechos totalmente ajenos a nuestra percepción de la Luna, suponen grandes diferencias en su observación desde la superficie terrestre. Una Luna llena observada desde la Tierra, dependiendo de si está en el apogeo o el perigeo, su tamaño aparente varía hasta un 11% y su brillo hasta un 30%.


13 de enero de 2011

El tamaño de algunos astros

La entrada de hoy es muy breve, de hecho apenas hay nada que contar. Va a resultar mucho más cómodo para todos y más ilustrador que nos sentemos cómodamente y veamos un pequeño vídeo, de apenas 2:30 minutos.

En este vídeo vamos a poder observar los diferentes tamaños de algunos astros que todos conocemos. Comenzamos viendo algunos de los planetas del Sistema Solar cercanos a nosotros, como Mercurio, Marte, Venus... para ir pasando poco a poco a los otros planetas más alejados, que ya nos hacen abrir un poco la boca por su gran tamaño.

Cuando llegamos a ver el tamaño de nuestra estrella cercana, el Sol, seguro que nos sentimos mucho más pequeños. Pero si seguimos alejándonos hasta encontrar otras estrellas como Antares, Arturo, Rigel o Betelgeuse... la comparación casi está de más, es abrumadora, casi asfixiante.

Con la llegada a VY Canis Majoris, la mayor estrella conocida hasta el momento, no podemos hacer otra cosa más que cerrar la boca (si aún la teníamos abierta) y maravillarnos con la grandeza del Universo.

¿No sientes que apenas somos nada? Para que luego digan que el tamaño no importa. Disfruta del vídeo...


1 de enero de 2011

Lo mejor de 2010: treinta imágenes astronómicas espectaculares

Comienza el Nuevo Año 2011, que aprovechamos para felicitar a todos nuestros lectores, con la esperanza de seguir contando con su fidelidad y con la ilusión de poder seguir aportando nuestro pequeño grano de arena a la divulgación científica y tecnológica.

En este primer post del año 2011, vamos a mostrar algunas de las imágenes astronómicas más espectaculares del pasado año, bien por haber sido obtenidas o bien por haber sido hechas públicas en 2010.

Son nada menos que 30 imágenes de gran belleza y espectacularidad. La historia particular de cada una de ellas la podéis leer pinchando en el título de cada una de ellas. Algunas de estas historias merecen la pena, de modo que puedes leer con tranquilidad aquellas que realmente te interesen.

Espero que os resulte de interés. Si os digo la verdad, para mi este tipo de imágenes tienen un efecto hipnótico, podría pasar horas y horas mirándolas. ¿Qué nuevos descubrimientos nos depara el Universo para este año 2011? La respuesta... ¡¡en 12 meses!!































24 de diciembre de 2010

El meteorito de la Nochebuena

Desde TecnoParqueLineal, queremos desear a todos nuestros lectores una muy Feliz Navidad y un Año Nuevo 2011 lleno de suerte y buenos acontecimientos. Nada mejor para ello que una historia de ciencia ocurrida en Nochebuena, tal día como hoy. Lo dicho... ¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!

Imagen del meteorito de Molina de Segura
En la madrugada de la Nochebuena de 1858, los habitantes del municipio murciano de Molina de Segura vieron aparecer “un magnífico globo de fuego de una brillantez extraordinaria y deslumbradora, que ostentando los colores del arco iris, oscureció la luz de la luna y descendió majestuosamente desde las regiones aéreas” (descripción que aparece en el informe oficial de la época). No era la estrella de Navidad, sino un meteorito de unos 144 kilos de peso, el mayor caído en España hasta ahora, que se fragmentó tras el impacto. En 1863, la reina Isabel II decidió donar el mayor fragmento, de 112 kilos, al Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), donde se conserva y exhibe desde entonces.

Coincidiendo con el 150 aniversario del acontecimiento, la composición del meteorito fue recientemente analizada por Jesús Martínez Frías, geólogo planetario del Centro de Astrobiología (INTA/CSIC), y Rosario Lunar, catedrática de Cristalografía y Mineralogía de la Universidad Complutense de Madrid. Según los investigadores, se trata de una condrita ordinaria, “un meteorito rocoso muy primitivo formado por pequeñas partículas esféricas, denominadas cóndrulos, que proceden de la solidificación de polvo y gas de la nebulosa solar primigenia, aquella que dio origen al Sistema Solar y a nuestro propio planeta”.

Recreación de la caída del meteorito de Molina de Segura
Además de las características mineralógicas y geoquímicas del meteorito, el estudio recoge gran parte del informe encargado por Rafael Martínez Fortín, vecino de Molina de Segura y propietario del bancal de cebada donde cayó la roca hace 150 años. En el informe uno de los testigos declara que observó cómo de repente se iluminó la atmósfera por “un gran lucero de un resplandor que eclipsaba la luna, y que caminaba del Mediodía al Norte”. Según describe el documento, “pasó por encima de esta ciudad a tan poca distancia de la torre de la catedral, que creyeron que iba a tocar en la linterna de dicha torre, pero no sucedió así, sino que recorrió unas tres leguas más”. El impacto sobre el terreno produjo tal sacudida (“como un cañonazo”) que levantó de la cama a los vecinos de Molina de Segura. El motivo del temblor no se conoció hasta varios días después, cuando los segadores descubrieron un gran hoyo y, dentro de él, “una piedra de figura cuadrangular, color negruzco y de un peso extraordinario comparado con su volumen”, que no se parecía a ninguna otra roca de los alrededores.

El mismo año que cayó el meteorito en Molina de Segura, en 1858, el químico alemán Friedrich Wöhler descubrió que algunos de estos cuerpos celestes transportan materia orgánica, y propuso, por primera vez, que las rocas extraterrestres podrían ser las portadoras de la vida.

20 de diciembre de 2010

Esta noche del 20 de diciembre será la más oscura desde hace siglos: solsticio + eclipse lunar

Imagen del eclipse lunar de 2007
Esta noche, entre el 20 y el 21 de diciembre, se producirá un espectáculo astronómico increíble en algunas partes del mundo, según cuentan Space.com y varios sitios dedicados a la astronomía. Todo se debe a una curiosa conjunción de acontecimientos astronómicos.

Por un lado, esta noche es el solsticio de invierno, la noche más larga del año y el momento en el que el Sol en el cielo está a su mayor distancia angular. Pero a esto hay que añadir que además coincidirá con una Luna llena y se producirá un eclipse lunar visible desde algunas partes del globo. Cómo se produce es algo fácil de visualizar teniendo en cuenta que Luna-Tierra-Sol estarán alineados y esto sucederá en la parte de nuestro planeta que está en la cara completamente opuesta al Sol. El eclipse lunar añadirá más oscuridad si cabe, de modo que si alguna vez la expresión una noche oscura como boca de lobo tuvo sentido, será ésta precisamente.

El eclipse lunar por desgracia no será visible por completo en todas partes, sino principalmente en Norteamérica, tal y como indica esta tabla de la NASA, donde se pueden ver los momentos de contacto según la posición en el mapa. El eclipse en sí dura más o menos unas tres horas. Para quien no pueda verlo en vivo, se retransmitirá por Internet, que tampoco es mala alternativa. (Más info y retransmisión desde el Teide en la web EclipseSolar.es).

Este evento es especialmente raro y especial, porque no es habitual que coincidan eclipses con los solsticios produciendo momentos de negrura como el que se vivirá esta noche. Solsticios con luna llena ya se dieron en 1999 y 1980, pero sin eclipse. No habrá otro hasta el año 2094, cuando además de que estaremos todos calvos curiosamente coincidirá con otro eclipse lunar, y entonces sí que se verá desde Europa.

La última vez que sucedió lo mismo que se verá esta noche fue hace 456 años, así que puede decirse con propiedad que no es algo que suceda todos los días.

Fuente: www.microsiervos.com

27 de noviembre de 2010

La mini-magnetosfera de la Luna

Muchos objetos del Sistema Solar tienen potentes campos magnéticos que desvían las partículas cargadas del viento solar, creando una burbuja conocida como magnetosfera. En la Tierra, esto nos protege de parte de los dañinos rayos solares y los desvía creando las preciosas auroras. Aunque no con el mismo escudo (al menos por lo que sabemos), se han hallado espectáculos similares en los gigantes gaseosos, así como en muchos objetos de nuestro Sistema Solar que carecen de la capacidad de producir esos efectos, ya sea por su falta de un potente campo magnético (como Venus), o de una atmósfera con la que puedan interactuar las partículas cargadas (como Mercurio).

Aunque la Luna carece de ambos elementos, un nuevo estudio ha encontrado que aún puede producir “mini-magnetosferas” localizadas. El equipo responsable de este descubrimiento es un grupo internacional compuesto por astrónomos de Suecia, India, Suiza y Japón. Se basa en las observaciones de la nave Chandrayaan-1 producida y lanzada por la Organización India de Investigación Espacial (ISRO).

Usando este satélite, el equipo cartografió la densidad de átomos de hidrógeno dispersados que proceden del viento solar e impactan con la superficie siendo reflejados. Bajo condiciones normales, un 16-20% de los protones incidentes del viento solar son reflejados de esta forma.

Para aquellos excitados por encima de los 150 electrón-voltios (eV), el equipo encontró una región cerca de las antípodas Crisium (la región directamente opuesta al Mare Crisium en la Luna). Se descubrió anteriormente que esta región tenía anomalías magnéticas en las que la fuerza del campo magnético era de varios cientos de nanoteslas. El nuevo equipo encontró que el resultado de esto se debía al reflejo del viento solar incidente, lo que creaba una región con escudo de unos 360 kilómetros de diámetro rodeada por una “región de 300 kilómetros de grosor de flujo de plasma aumentado que procede del viento solar que fluye a 23 kilómetros alrededor de la mini-magnetosfera”. Aunque el flujo se agrupa, el equipo encontró que la carencia de un límite distintivo indica que no es probable que sea un arco de choque, el cual se crearía cuando la acumulación se hiciese lo bastante fuerza para interactuar directamente con partículas entrantes adicionales.

Por debajo de energías de 100 eV, el fenómeno parece desaparecer. Los investigadores sugieren que esto apunta a un mecanismo de formación diferente. Una posibilidad es que parte del flujo solar se filtre a través de la barrera magnética y sea reflejado creando estas energías. Otra es que, en lugar de núcleos de hidrógeno (que componen la mayoría del viento solar) éste es el producto de partículas alfa (núcleos de helio) o de otros iones más pesados del viento solar que impactan en la superficie.

No se discute en el artículo, cómo de valiosas podrían ser estas características para futuros astronautas que busquen crear una base en la Luna. Aunque el campo es relativamente fuerte para campos magnéticos locales, aún está unos dos órdenes de magnitud por debajo del de la Tierra. Por tanto, es improbable que este efecto sea suficientemente fuerte para proteger a una base, ni proporcionaría protección de los rayos-X y otra peligrosa radiación electromagnética de la que protege una atmósfera.

En cambio, este hallazgo se coloca más en el camino de la curiosidad científica, y puede ayudar a los astrónomos a cartografiar campos magnéticos locales, así como investigar el viento solar si se localizan tales mini-magnetosferas en otros cuerpos. Los autores sugieren que deberían buscarse tales características en Mercurio y asteroides.

18 de noviembre de 2010

¿Cuánto tardarías en llegar en coche a un planeta del sistema solar?

Cuando conduzco de noche por alguna carretera, envuelto en la música de la radio, sin apenas tráfico en la carretera, suelo imaginarme que piso el acelerador y que, sencillamente, persigo el horizonte sin otro objetivo que comprobar hasta dónde sería capaz de llegar. Quizá a otro continente. Quizá dar la vuelta al mundo. Pero, cuando de verdad estoy en plan aventurero, entonces imagino algo más ambicioso.

Imagino que unos ingenieros nanotecnológicos han construido una autopista estelar de miles de años luz de longitud (aunque de apariencia de asfalto de toda la vida), y que acelero a toda velocidad por ella rumbo a las estrellas. Con un combustible infinito, y pisando siempre a fondo, ¿cuánto tardaría en llegar a otros planetas?

Si viajara a 100 km/h, tardaría nada menos que 160 días en llegar a la Luna. 5 meses. Si viajara a una velocidad de 120 km/h, entonces tardaría 3.200 horas cubrir los 384.000 kilómetros. Eso significa un total de 133 días de conducción sin parar, más de 4 meses.

Lo cierto es que el viaje se haría un poco largo. Imaginemos que piso a fondo y que alcanzo los 193 km/h. Llegar a Marte me representaría 134 años de viaje. Incluso a toda la velocidad que puede desarrollar mi coche, moriría de viejo antes de llegar al planeta más cercano a la Tierra (bien, teniendo en cuenta que allí fuera no hay gravedad ni rozamiento del aire sin duda desarrollaría velocidades mucho más altas, pero dejadme seguir con mi fantasía…).

A los 193 km/h de mi coche alcanzaría Júpiter en 459 años.

Saturno está casi el doble de distancia: 842 años de conducción ininterrumpida.

Si no bajara del coche ni para ir al aseo, llegaría finalmente a Neptuno en 2.497 años. Así que indudablemente resulta una empresa un poco infructuosa alcanzar las estrellas con un coche, por muy aventurero que se sienta uno.

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